Pues si, analicé las condiciones del contexto de la empresa que quise poner: la plaza, el crecimiento económico, las políticas gubernamentales, requisitos de la municipalidad, y demás reglamentos y temas. Luego pasé al establecimiento de objetivos y al estudio de mercado para más o menos ver si mi idea podía pegar y también determinar si tenía competencia. De allí, pasé a planificar la obtención de recursos y el lanzamiento de mi producto. Ya había plantado un árbol y tengo hijos. Este producto sería el “libro” que me faltaba escribir.
Me madrugaron.
Cuando llegué al mercado, “otro” ya había salido con un producto ¡idéntico al mio!
¿Por qué me pasó esto? La razón fue una mala decisión: permití ser asesorado en administración. En los párrafos que siguen explicaré por qué he dicho lo anterior.
Como sabía que el 80% de las Pymes fracasa antes de los cinco años y el 90% no llega a los diez (Leer a Claudio L. Soriano en http://winred.com/emprender), fui a un taller de dos meses para Pymes dictado por una ONG e hice lo que me dijeron para evitar ser un DOA (Dead On Arrival) creyendo que ese era el quid del asunto. Definitivamente no fui al lugar adecuado y tampoco entendía el fenómeno del cual era partícipe.
Me pregunto ahora, ¿existe el lugar para aprender a ser un verdadero Emprendedor (“verdadero” en contraposición al que se hace emprendedor por una necesidad económica)? Luego que he meditado sobre lo que significa serlo, creo que no hay. Al menos, no para el que quiere sacar un producto verdaderamente nuevo. He escuchado que si tienes una idea y no la pones en el mercado antes de 6 meses, otro lo habrá hecho por tí. Vean si no: http://myidealab.tumblr.com/post/146878592
Creo que todo esto configura una paradoja. Fíjense. Según el libro “Administración” de Stoner, Gilbert y Freeman, Sexta edición, página 179, las características de la personalidad de un Emprendedor son (las enlisto y parafraseo brevemente):
1. Necesidad de Logro: “necesidad de resolver problemas”
2. Locus de Control interno: “sentirse artífice de su propio destino; ‘yo puedo’”
3. Tolerancia al riesgo: “¿Qué va a pasar? ¡vamos adelante!”
4. Tolerancia a la ambigüedad: “con estos datos(¿?) tengo suficiente. ¡Avante!”
5. Comportamiento tipo A: “se me hace corto el tiempo y tengo mucho que hacer”
Es así que aquel que posee el verdadero Espíritu Emprendedor, va a salir pronto al mercado (menos riesgo de que lo copien), va a golpear dos veces, va a conseguir recursos de donde sea –hasta poniendo en riesgo una propiedad por medio de una hipoteca- no va a escuchar consejos y no va a cejar hasta ver su idea puesta en plaza.
Pero, también se que el 80% de las Pymes fracasa antes de los cinco años y el 90% no llega a los diez.
Y por supuesto que se conocen las razones de la enorme tasa de fracaso de las Pymes, derrotas que se atribuyen entre otros factores a: (ver más en http://html.rincondelvago.com/fracaso-de-la-pequena-empresa.html )
· No aplicación -por parte de la gerencia- de las cosas básicas relativas a la planificación, presupuestos, control, etc.
· Capital inadecuado.
· Exceso de deudas.
· Mala selección del lugar en que está situada la empresa.
· La competencia.
· Errores de organización.
· Falta de experiencia por parte del dueño.
· Falta de libros adecuados de contabilidad.
· Mala administración del inventario y las cuentas por cobrar.
Pero, entonces ¿de qué estamos hablando? ¿ De qué se trata todo esto? ¿Se puede conciliar el Emprendedorismo con la Administración? ¿Se puede hacer desaparecer la paradoja?
La verdadera cuestión no es una disyuntiva si no es más bien una sola cosa independiente que se llama Creación de y puesta en plaza de Nuevos Productos, todo un fenómeno de Concepción en sí mismo. La Biología nos enseña que son millones de gametos masculinos los que corren para llegar a un gameto femenino y sólo uno lo logra para posteriormente crear un ser nuevo y sin par. ¿Y no sucede lo mismo con las empresas nacientes, sobre todo si comparamos su bajísima tasa de triunfo con lo que sucede en la descripción biológica que acabamos de hacer? ¿Será que La Concepción tiene características mucho más Universales de las que normalmente le atribuimos?
¿Qué hacer? La verdad que se puede hacer muy poco más allá de lo que se puede extraer de algunos consejos generales como:
- Tener en cuenta que vender es mucho más difícil que producir
- En caso de necesitar un socio, que este sea un individuo con características de personalidad y habilidades complementarias, pero que no ralenticen el proceso de salir al mercado.
- Más vale que la asociación sea por lo menos de tres personas por si se da la necesidad de dirimir en una situación de estancamiento.
Hay, por lo tanto, que tener en cuenta que en realidad estamos hablando de un fenómeno necesario para el avance de la Sociedad en donde, permítanme la comparación, muchos “gametos” morirán en el empeño de poner su idea en funcionamiento y en su sobreviviencia, y, por otro lado, tener en cuenta también que a estos “Factores de la Innovación” no se les debe transformar en “Factores de la Producción”, homologándolos con los Administradores, que, por lo general, son harina de otro costal.
La transformación del emprendedor de Factor de Innovación a Factor de Producción va a caer por su propio peso cuando su producto (o servicio) empieza a ser aceptado en el mercado y vislumbre el éxito, por que allí si serán vitales las habilidades administrativas y entonces la capacitación será un imperativo o, si no lo hace, deberá contratar a un gerente que imprima a la nueva empresa un crecimiento sostenido.
Queda claro que el fracaso de las Pymes se da por la a ausencia de las funciones gerenciales bien administradas: Planificar, Organizar, Dirigir y Controlar pero nos preguntamos si durante el frenesí de la creación, dada su manera de ser, ¿esto le importa a un Emprendedor? Creo que no. ¿Le debería importar a la Sociedad el cambiarlos? Mejor que no sea así pues perderíamos tanto la soga como la cabra.
Salvo mejor parecer.
René Gastelumendi Dargent, 16 de Enero del 2010
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